miércoles, 5 de junio de 2013

Solo vemos el pasado.

Nuestro Sol es una estrella. ¿Significa esto que cada estrella que vemos en las noches sea un Sol? Por supuesto. Las estrellas son soles lejanos que arbitran la suerte de millones de otras Tierras allá en lo alto.
La distancia a ellas es lo que condiciona su tamaño aparente, causa que las veamos como puntos de luz siendo ellas inmensas. De hecho, al Sol lo vemos como a una moneda en lo largo del brazo y su tamaño real es inconcebible. Estamos a 150 millones de kilómetros de él. De la Próxima -y así llamada- dormimos a 40 billones de kilómetros.
Estos números no dicen nada sin embargo. ¿Qué son 150 millones o 40 billones de kilómetros? ¿Cómo hacernos una idea de tal magnitud?

En astronomía se usan tres unidades para medir distancia según sea el caso. La unidad astronómica (UA), el año luz (AL) y el pársec (pc).
La unidad astronómica es la media Tierra-Sol, se usa en el Sistema solar y equivale a 150 millones de km.
El Año Luz es la distancia que recorre un rayo de luz en el vacío durante todo un año, se usa para medir distancias a las estrellas. Equivale a 300.000 km x 60´´ x 60´ x 24hs x 365ds. Es decir: Nueve y medio billones de kilómetros.
El pársec es la distancia desde la cual la órbita terrestre se ve como un segundo de arco, se usa para distancias mayores y lo veremos más adelante.
Voyage, voyage.
Si por alguna magia pudiéramos viajar en una nave a velocidad luz, demoraríamos lo que sigue para llegar a los centros vacacionales que abajo detallo:
Un finde en Luna: 1,25 ´´ (seg).
Ir a por las Doradas Manzanas del Sol: 8´(minutos).
Conocer los volcanes de Io, quién da vueltas a Júpiter: 45´.
Salir de paseo fuera del Sistema Solar: 1 año.
Ir a por un recuerdo tallado cerca de Próxima kentauro: 4,5 años.




Esto parece incluso razonable. Veamos las propuestas más audaces:
25 mil años, al centro de La Vía Láctea.
150 mil años para bañarse en las playas de otra galaxia, una muy cercana.
12 millones de años para llegar a las hermosas nubes de polvo en los brazos de la galaxia del Sombrero o la Moneda de Plata, galaxias fáciles en nuestros telescopios y binoculares, asequibles a los ojos de cualquiera que sepa buscarlas.
Hay una opción mayor para este tour, lo máximo que alguien pueda  ofrecer: Trece mil millones de años para llegar al momento en que el Big Bang se hizo visible.

Delay y perspectivas.
Habrán notado que en el Universo las cosas no son como en casa. Moni me habla y luego dice que no le presto atención, que no le escucho y la tengo a medio metro de mi oído afortunado. Si se concreta el reality marciano que a poco se anunciara, hablar con los colonos nos llevaría en el mejor de los casos, cuando tierra y Marte coincidan en su órbita, ocho minutos para una frase y su respuesta. Nueve años para hablar con alguien en un planeta de Próxima. Veinte millones de años para dialogar con Seres Luminosos en la galaxia del Sombrero (M104).

En una palabra, los astrónomos miramos el pasado.

Esta perspectiva siempre me sedujo. Mi padre me la hizo ver hace tiempo. Me dijo: Sergio, cuando la luz de esa galaxia salió hacia vos, no había hombres sobre la Tierra.
Así, el día que podamos leer los mensajes de esas gentes escondidos en tanta luz lejana, estaremos oyendo una charla que no fue hecha para nosotros. Faltaban diez millones de años para que naciéramos como especie cuando fueron emitidos.


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