Nuestro Sol es una estrella. ¿Significa esto que cada
estrella que vemos en las noches sea un Sol? Por supuesto. Las estrellas son
soles lejanos que arbitran la suerte de millones de otras Tierras allá en lo
alto.
La distancia a ellas es lo que condiciona su tamaño
aparente, causa que las veamos como puntos de luz siendo ellas inmensas. De
hecho, al Sol lo vemos como a una moneda en lo largo del brazo y su tamaño real
es inconcebible. Estamos a 150 millones de kilómetros de él. De la Próxima -y así llamada- dormimos
a 40 billones de kilómetros.
Estos números no dicen nada sin embargo. ¿Qué son 150
millones o 40 billones de kilómetros? ¿Cómo hacernos una idea de tal magnitud?
En astronomía se usan tres unidades para medir
distancia según sea el caso. La unidad astronómica (UA), el año luz (AL) y el
pársec (pc).
La unidad astronómica es la media Tierra-Sol, se usa
en el Sistema solar y equivale a 150 millones de km.
El Año Luz es la distancia que recorre un rayo de luz
en el vacío durante todo un año, se usa para medir distancias a las estrellas.
Equivale a 300.000 km
x 60´´ x 60´ x 24hs x 365ds. Es decir: Nueve y medio billones de kilómetros.
El pársec es la distancia desde la cual la órbita
terrestre se ve como un segundo de arco, se usa para distancias mayores y lo
veremos más adelante.
Voyage,
voyage.
Si por alguna magia pudiéramos viajar en una nave a velocidad
luz, demoraríamos lo que sigue para llegar a los centros vacacionales que abajo
detallo:
Un finde en Luna: 1,25 ´´ (seg).
Ir a por las Doradas Manzanas del Sol: 8´(minutos).
Conocer los volcanes de Io, quién da vueltas a
Júpiter: 45´.
Salir de paseo fuera del Sistema Solar: 1 año.
Ir a por un recuerdo tallado cerca de Próxima
kentauro: 4,5 años.
Esto parece incluso razonable. Veamos las propuestas
más audaces:
25 mil años, al centro de La
Vía Láctea.
150 mil años para bañarse en las playas de otra
galaxia, una muy cercana.
12 millones de años para llegar a las hermosas nubes
de polvo en los brazos de la galaxia del Sombrero o la Moneda de Plata, galaxias
fáciles en nuestros telescopios y binoculares, asequibles a los ojos de
cualquiera que sepa buscarlas.
Hay una opción mayor para este tour, lo máximo que
alguien pueda ofrecer: Trece mil
millones de años para llegar al momento en que el Big Bang se hizo visible.
Delay y
perspectivas.
Habrán notado que en el Universo las cosas no son como
en casa. Moni me habla y luego dice que no le presto atención, que no le
escucho y la tengo a medio metro de mi oído afortunado. Si se concreta el
reality marciano que a poco se anunciara, hablar con los colonos nos llevaría
en el mejor de los casos, cuando tierra y Marte coincidan en su órbita, ocho
minutos para una frase y su respuesta. Nueve años para hablar con alguien en un
planeta de Próxima. Veinte millones de años para dialogar con Seres Luminosos
en la galaxia del Sombrero (M104).
En una palabra, los astrónomos miramos el pasado.
Esta perspectiva siempre me sedujo. Mi padre me la
hizo ver hace tiempo. Me dijo: Sergio, cuando la luz de esa galaxia salió hacia
vos, no había hombres sobre la
Tierra.
Así, el día que podamos leer los mensajes de esas
gentes escondidos en tanta luz lejana, estaremos oyendo una charla que no fue
hecha para nosotros. Faltaban diez millones de años para que naciéramos como
especie cuando fueron emitidos.
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