viernes, 17 de agosto de 2012

La leyenda del Choike

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Muchos conocemos la Cruz del sur, bella constelación de nuestros cielos que para nosotros es visible todo el año. Mírala estas noches de agosto y setiembre, ya recostándose sobre el oeste. Siempre mirando al polo; parece un barrilete, además.
La Cruz o Crux está formada por cuatro o cinco estrellas, según la polución lumínica de tu cielo. Tres de ellas son de buen brillo. Desde Chabás se distinguen sus cuatro luces principales: Alfa, Beta, Gamma y Delta crux.
La primera es un sol triple aunque lo veas como uno. Con telescopios medianos ya puedes resolverla en dos puntos diminutos. La segunda es una gigante azul y muy cerquita esconde a una de las joyas del cielo: una estrella de carbón, un diamante encendido, roja, rojísima, llamada Lágrima de sangre. Gamma crucis es una gigante roja, asimismo.
Si observas desde el campo podrás ver, además de la débil delta crux, la quinta estrella llamada Epsilon, y una mancha oscura entre Alfa y Beta crucis, inmenso vacío de soles, conocido como el Saco de carbón. Curioso objeto celeste, esta nebulosa oscura está formada por gases espesos que absorben la luz de los astros que guarda dentro y detrás de ella.
La cruz del sur es junto a Escorpio la constelación que más se parece al objeto que nombra. En la antigüedad, los pueblos de la Patagonia le llamaban La Huella del Choike.
Un choike es un ñandú pequeño, de plumas pardas, que al pisar deja cuatro puntos sobre el piso, las  marcas de sus uñitas.
La cruz o la Huella del choike es una constelación muy importante, pues sirve para dar con el polo sur celeste. El palo mayor lo señala, a unos dos puños de la estrella más notoria, Alfa.
He aquí una de las tantas curiosidades que nos regala la astronomía: El polo sur está arriba nuestro, en el cielo, y no debajo, como usual se muestra en los mapas y globos terráqueos que vemos en los colegios. El hecho de que se enseñen los polos invertidos responde al dominio intelectual a que los países del norte nos someten. Si quieres ser un poco más libre recuerda esto: el polo sur está arriba, lo señala la Cruz o la Huella del Choike. Es el polo norte el que está abajo, mirando desde Chabás.
Los viajeros españoles y portugueses, quienes arribaron en el siglo XVI al Río de la Plata, fueron quienes llamaron Cruz a nuestra constelación. Te cuento la leyenda americana:

Había en la tribu un cazador joven y capaz que se jactaba demasiado de serlo. Los abuelos le decían: “Muchacho, ten modestia, no todo animal puede ser cazado”. Pero el joven hacía oídos sordos.
Una mañana, el muchacho se hallaba en el campo; allí vio el choike más bello y más grande que hombre alguno viera jamás. De inmediato comenzó a perseguirlo para arrojarle sus boleadoras, que entonces eran dos piedras unidas por un tiento de cuero. “¡Ya verás, no escaparás a mi tiro!”, pensaba.
El choike era inmenso porque en realidad se trataba del Dios de los Choikes, el padre o la madre de todos ellos. Huía sin esforzarse, esperando que el joven se hartara de tanta carrera. Pero nuestro personaje no aflojaba. Más corría el Dios, más corría el cazador.
Llegada la tarde, cuando el cielo oscurecía y las primeras estrellas comenzaban a brillar, el cazador sintió que sus fuerzas lo abandonaban. En un último intento arrojó sus boleadoras con fuerza.
Por poco logra enredar al ave, pero el Dios Choike pisó en el cielo y voló a las estrellas, donde escapó para siempre.
El joven quedó burlado y sorprendido, mirando la huella que el Choike dejara en el cielo, esos cuatro puntos de luz: La huella del Choike.
Para enseñanza de los jóvenes, las boleadoras del cazador quedaron clavadas en el firmamento, como símbolo de la soberbia humana. Son las dos estrellas muy brillantes que ves en la noche apuntando hacia la cruz. Ahora se les llama El Puntero y sus estrellas, según brillo: Rigil kentauro y Hadar kentauro.
Así es la astronomía, un camino lleno de ciencia y belleza, y también de andares antiguos reflejados en leyendas como esta.

para los amigos de voces del sur
Con admiración y cariño

Sergio

miércoles, 1 de agosto de 2012

La Vía Láctea tiene un agujero que da jabón


 La Vía Láctea tiene un agujero que da jabón
o...

AGUJEROS NEGROS, PANTANOS DEL COSMOS

EL OBSERVADOR DEL CIELO
Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

La astronomía interesa a chicos y grandes por igual. Todos quieren meter el ojo a un ocular y observar la Luna, Saturno o una nube de polvo cósmico como la de Orión o Carina, verdaderos úteros galácticos diseminados en los brazos de la galaxia donde nacen las estrellas en puñados de mil.
Bien entrado el siglo XX, aún creíamos que las estrellas se repartían por igual, allí dónde miráramos. Pero la realidad es otra. Las estrellas se apiñan en el centro de la Galaxia, en la región del Sagitario, justo sobre nosotros y detrás del Escorpión, durante el invierno argentino.
Sagitario se sitúa en esa región blanca y brillante que llamamos Vía Láctea o Camino de Leche. El brillo es fulgor lejano de miles de millones de soles que, desde el corazón mismo de la espiral, nos llega a través de la distancia y el tiempo.
Las estrellas que forman la galaxia están en movimiento, giran alrededor del núcleo, le damos una vuelta cada 250.000 años.
¡Vaya, qué cifra! La especie humana apenas ha girado unas pocas vueltas.

Fabriquemos una galaxia
Para jugar y aprender, te invito a fabricar una galaxia espiral como la nuestra. Si tenés una pileta de lavar, podés hacerlo.
Colocás un tapón con cadenita al desagüe. Llenás la pileta y esparcís jabón de lavar en polvo sobre la superficie. Debés usar el jabón de los lavarropas comunes, el de los automáticos no sirve pues no genera espuma. Ahora, remové el agua para que se forme bastante, que quede todo lleno de pompas. ¿Listo?
Sacá el tapón del drenaje; verás cómo el agua se arremolina para escapar y la espuma forma una espiral antes de desaparecer por el agujero.
Así es nuestra galaxia, una espiral de jabón girando en el espacio.
Tal vez te preguntes entonces, ¿qué drenaje se lleva el jabón de nuestras estrellas?
Lo sabemos: quien tira de nuestras estrellas haciéndolas girar en forma de espiral es la gravedad de un “agujero negro” que se halla en nuestro núcleo galáctico.
Un agujero negro es un objeto muy curioso, capaz de chuparse todo lo que pasó, como dice León.
En estos cuerpos, la materia cae sin remedio ni posibilidad de escape, casi. Los científicos les llaman “singularidad”, porque allí todo es único o singular.
Los agujeros negros nacen cuando una estrella muy, muy grande, se apaga. Al hacerlo, el peso de los gases que la forman la derrumba hasta un punto inimaginable. Un punto tan, tan profundo, dentro del mismo espacio, desde el cual ya nada puede escapar, ni siquiera la luz emitida por ese astro moribundo. Por eso se les dice “negros”, porque no emiten luz.
En el momento en que un agujero negro nace, todo a su alrededor comienza a ser atraído por esa caída, por la gravedad infinita de ese nuevo ser.
Durante años los hombres de ciencia se han dedicado a estudiar estos pantanos del cosmos. El más conocido de ellos es Stephen Hawkins, el científico postrado sobre una silla de ruedas -sufre una rara enfermedad-, quien en su juventud no lograba terminar la tesis de su doctorado; al fin, eligió estudiar los agujeros negros. La historia es conocida: Stephen se graduó con honores y el mundo científico se volvió loco a raíz de las novedosas teorías que aportó (fue el primero en sugerir que algo, muy poco, escapa de allí). Stephen escribió muchos libros, pero el que lo hizo famoso fue “Breve Historia del Tiempo” y lo encontrarás en la biblioteca de Chabás.
En toda charla, preguntan: ¿se puede viajar a través de un agujero negro? Ocurre que los documentales de TV llenan su espacio con historias desaforadas, estrellas cataclísmicas y agujeros de gusano por los que se viaja al pasado, donde uno se encuentra consigo, joven…  
La ciencia ficción es la más popular de las ciencias, pero, ay, no es tal. Cuando contesto que no podríamos viajar a través de un hoyo negro, puesto que allí no existe la materia tal como la conocemos y el tiempo se detiene, los rostros se opacan, no es lo que esperan o quieren oír.
En verdad, alguna vez, todos anhelamos volver atrás, reparar un mal hecho, recuperar a alguien perdido. Si viajara al pasado y me encontrara conmigo, me diría: Sergio, serás feliz, serás padre, maestro y al fin abuelo, así que ¡vive contento! Vos, ¿qué te dirías?