Muchos conocemos la Cruz del sur, bella constelación de nuestros
cielos que para nosotros es visible todo el año. Mírala estas noches de agosto
y setiembre, ya recostándose sobre el oeste. Siempre mirando al polo; parece un
barrilete, además.
La primera es un sol triple aunque lo veas como uno.
Con telescopios medianos ya puedes resolverla en dos puntos diminutos. La
segunda es una gigante azul y muy cerquita esconde a una de las joyas del
cielo: una estrella de carbón, un diamante encendido, roja, rojísima, llamada
Lágrima de sangre. Gamma crucis es una gigante roja, asimismo.
Si observas desde el campo podrás ver, además de la
débil delta crux, la quinta estrella llamada Epsilon, y una mancha oscura entre
Alfa y Beta crucis, inmenso vacío de soles, conocido como el Saco de carbón. Curioso
objeto celeste, esta nebulosa oscura está formada por gases espesos que absorben
la luz de los astros que guarda dentro y detrás de ella.
La cruz del sur es junto a Escorpio la constelación
que más se parece al objeto que nombra. En la antigüedad, los pueblos de la Patagonia le llamaban La Huella del Choike.
Un choike es un ñandú pequeño, de plumas pardas, que
al pisar deja cuatro puntos sobre el piso, las
marcas de sus uñitas.
La cruz o la
Huella del choike es una constelación muy importante, pues
sirve para dar con el polo sur celeste. El palo mayor lo señala, a unos dos
puños de la estrella más notoria, Alfa.
He aquí una de las tantas curiosidades que nos regala
la astronomía: El polo sur está arriba nuestro, en el cielo, y no debajo, como
usual se muestra en los mapas y globos terráqueos que vemos en los colegios. El
hecho de que se enseñen los polos invertidos responde al dominio intelectual a
que los países del norte nos someten. Si quieres ser un poco más libre recuerda
esto: el polo sur está arriba, lo señala la Cruz o la Huella del Choike. Es el polo norte el que está
abajo, mirando desde Chabás.
Los viajeros españoles y portugueses, quienes
arribaron en el siglo XVI al Río de la
Plata , fueron quienes llamaron Cruz a nuestra constelación. Te
cuento la leyenda americana:
Había en la tribu un cazador joven y capaz que se
jactaba demasiado de serlo. Los abuelos le decían: “Muchacho, ten modestia, no
todo animal puede ser cazado”. Pero el joven hacía oídos sordos.
Una mañana, el muchacho se hallaba en el campo; allí vio
el choike más bello y más grande que hombre alguno viera jamás. De inmediato comenzó
a perseguirlo para arrojarle sus boleadoras, que entonces eran dos piedras
unidas por un tiento de cuero. “¡Ya verás, no escaparás a mi tiro!”, pensaba.
El choike era inmenso porque en realidad se trataba del
Dios de los Choikes, el padre o la madre de todos ellos. Huía sin esforzarse,
esperando que el joven se hartara de tanta carrera. Pero nuestro personaje no
aflojaba. Más corría el Dios, más corría el cazador.
Llegada la tarde, cuando el cielo oscurecía y las
primeras estrellas comenzaban a brillar, el cazador sintió que sus fuerzas lo
abandonaban. En un último intento arrojó sus boleadoras con fuerza.
Por poco logra enredar al ave, pero el Dios Choike
pisó en el cielo y voló a las estrellas, donde escapó para siempre.
El joven quedó burlado y sorprendido, mirando la
huella que el Choike dejara en el cielo, esos cuatro puntos de luz: La huella
del Choike.
Para enseñanza de los jóvenes, las boleadoras del
cazador quedaron clavadas en el firmamento, como símbolo de la soberbia humana.
Son las dos estrellas muy brillantes que ves en la noche apuntando hacia la
cruz. Ahora se les llama El Puntero y sus estrellas, según brillo: Rigil
kentauro y Hadar kentauro.
Así es la astronomía, un camino lleno de ciencia y
belleza, y también de andares antiguos reflejados en leyendas como esta.
para los amigos de voces del sur
Con admiración y cariño
Sergio
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