Astronomía
EL OBSERVADOR DEL CIELO
Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com
Vimos que las estrellas son azules, blancas, amarillas y que
las hay rojas como Antares, el corazón del Escorpión, a quien verás andando
sobre ti bien alto en la noche. No lo confundas con una luz naranja, bonita
asimismo, que se ubica tirando al norte. Este será Arcturus, el Guardián de Osos,
nombre que se justifica en el hemisferio norte donde los antiguos veían la Osa mayor y la Osa menor rondando su polo.
Arcturus se ve en la misma época que Antares pero mientras este
pertenece al signo Escorpio -y por tanto pasa por el cenit en nuestra latitud-,
Arcturus se eleva apenas 40º del horizonte, nunca más que eso.
A propósito, hay una niña en Bigand llamada Elena, ella
gusta de Arcturus y sabe que es el guardián de los osos; el otro día, mirando
el cielo, me preguntó: “¿Profe, Arturus, también cuida a los pandas?” “Sí,
Elena”, le dije, y quedé estupefacto. Nunca había pensado en eso y sabedor de
que los Pandas están en extinción, mentí, pues quise que confiara en el futuro.
El hecho es que en junio vemos a Arcturus, Antares, Spica y
a Rigil kent alta. En noviembre veremos otros soles porque los de hoy estarán
debajo del horizonte.
Así es como vemos el cielo: hay estrellas de
primavera-verano y de otoño-invierno.
Esto indica que el cielo cambia cada noche. Es decir, el sol
retrocede cada mañana provocando el avance aparente de las constelaciones.
La rotación nos permite observar las estrellas que están
detrás de la Tierra
con respecto al sol. Sólo observamos el cielo hacia atrás, hacia la sombra de la Tierra , la noche. Pero
nuestra nave viaja en órbita solar y avanza sobre ella cada día (avanza sobre la
eclíptica). Así, cada noche es distinta porque la Tierra ha avanzado en la
traslación.
¿Cuánto cambia cada noche?
Hagamos la cuenta, es muy sencilla (la astronomía es fácil,
está al alcance de todos): decir un año es decir una vuelta, un círculo en el
cielo. Todo círculo está dividido en 360º. Luego, para recorrerlo, empleamos
365 días. Así, 360º de cielo recorridos en 365 días, nos da: 360º/365= 0,98º,
casi un grado por día.
Este es el secreto de la Astronomía y de toda
ciencia: la regularidad en el cambio de los hechos.
Medimos la temperatura de los soles por el color de su luz;
medimos su paso y posición mediante cuentas con ángulos obtenidos con palos y
cuerdas que nosotros llamamos regla y compás. Midamos ahora la distancia a las
estrellas comenzando con la distancia que nos separa del sol.
Todo triángulo guarda una relación entre sus ángulos y sus
lados. Esta ciencia es la trigonometría y dice que: si trazo un triángulo, no
importa cuál sea el largo de sus lados, siempre serán una proporción del ángulo
que los une.
Tome una media de las puntas y estire los brazos, ellos formarán
un triángulo y su pecho marcará el ángulo que los separa. Esta separación será proporcional
al largo de la media. Tome una toalla y repita la operación: los brazos estarán
más abiertos, el ángulo será mayor. Quien sepa esto no tendrá necesidad de
medir la toalla para saber su largo, podría medir el ángulo que separa los
brazos y el largo de uno de ellos. Esto es trigonometría.
Aristarco, hace milenios, midió la proporción de las
distancias del sol y la luna. Supuso que, en determinado momento, Tierra, luna
y sol formaban un triángulo rectángulo. ¿Cuándo? Cuando sólo se viera desde
casa el cuarto exacto de la luna iluminado. En ese momento las distancias entre
los tres astros pueden relacionarse mediante trigonometría. Así, con medir el ángulo
que los rayos del sol formaran sobre la Tierra , tendríamos el ángulo que vincula a dos
lados del triángulo: el lado Tierra-luna y el lado Tierra-sol. Aristarco calculó
de este modo que el sol estaba 19 veces más lejos que la luna. Se equivocó, no
pudo medir bien el momento en que la luna entrara en cuarto, pero el
razonamiento es perfecto y hoy se hace la cuenta con precisión. El sol está en
realidad 400 veces más lejos que la luna.
Al respecto de semejante hazaña, me dijo un amigo: “Los griegos
vivían disfrutando, por eso pensaban tanto”. Yo creo que es al revés: porque
pensaban tanto, sabían qué bueno es disfrutar la vida.
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