viernes, 21 de octubre de 2011

Un Stone rodando en Alcorta




         Un Stone rodando en Alcorta.

El jueves veintiuno de octubre quedará en nuestro hacer como el primer día en que Proyecto Sagitario participara en tres actividades astronómicas. A las siete de la mañana, Escuela Secundaria Colonia Candelaria de Casilda. A probar el proyector y tener todo okey para cuando entren los alumnos. Alicia es la Profesora de Naturales y nos recibe para charlar acerca de las estrellas y en especial de la nuestra, la cual observamos desde las ocho y media en el inmenso patio del colegio. La charla es con un cuarto año; antes de entrar pienso en si no vendrán dormidos, en si sabré interesar, en cual será esta vez la respuesta de los jóvenes. Tenía ochenta minutos, los cuales, cuando abro la boca, siempre resultan pocos. El paguer que preparé para esta ocasión arranca con una vista lejana y borrosa de una galaxia acaso similar a la nuestra; una espiral inmensa, dueña de un núcleo brillante y denso y de unos brazos repletos de polvo y nubes oscuras, úteros maravillosos donde ingentes cantidades de estrellas están naciendo a la vida, a su breve sintetizar de eones, a su hermoso hacer lumínico. De ahí a las vastas zonas de formación detalladas por las instantáneas que logra nuestro Hubble. Impresionantes imágenes como la muy conocida El dedo de Dios, esos penachos descomunales que lentos se deshacen en miríada de soles. Hace unos cuantos meses utilizaba solo imágenes logradas por nuestros astrofotógrafos locales. A qué darle crédito a un robot danzando fuera de nuestra atmósfera, pensaba. Pero esto hice hasta que recibí una atenta llamada de uno de mis amigos del cielo, Sergio, me dijo, ¿vos usaste en tu blog una foto de Juan Fulano? - Si, claro, yo, y él, Pues mira, me preguntó si te conocía, si podía hablarte, eso es cosa que no se hace -me dijo- al menos sin pedir permiso. Uff. Cuánto hay que aprender. Las fotos están ahí, colgadas en la web, a la mano de cualquiera. Y son fotos logradas casi por gente como uno, capaz de invertir en dos años más de muchos miles de pesos en equipos de excelencia para la difusión astronómica. Pero no puedes usarlas, no puedes dar a pensar que podrías lucrar con ellas. Así que volví a las estúpidas aburridas descomunales fotitos del Hubble.
En fin, amigos, “mi” Las babas del diablo está ahí para cualquiera, pueden hacer con ella lo que mejor les plazca. Bajarla o subirla, tanto da. Vivimos esta tierra menos que nada. Una era geológica tan solo basta y sobra para darnos vida, dejarnos creer que iremos a algún lado y borrarnos de la memoria del planeta para toda la eternidad. Esta perspectiva siempre me divierte y me alienta. Los chicos se angustian cuando se enteran que nuestro sol tiene por delante solo unos 5.000 millones de años de vida. Ignoran que basta una era geológica para convertir nuestros sueños y nuestras ambiciones, nuestros amores y pasiones, en polvo sobre el polvo: “arena y limo, bajo los mares que asolaron”, escribió Borges. Además, pagué 9.200 mangos por Tuboro para que cualquier chico de nuestros pueblos le ponga el ojo y, ay, a veces el dedo¡¡¡ ¿Qué puede importarme una foto, la cual no es más que unos pocos fotones que a gatas excitaron un censor eléctrico?

         Gradual las fotos del paguer se suceden mostrando nebulosas cada vez más rasgadas, más abiertas, hasta terminar con los bellos cúmulos que aún arrastran consigo el líquido amniótico que les dio vida. Las pléyades, en fin.
         En el inmenso patio del colegio le metemos ojo al sol, impresionante ayer por la mañana. Varias manchas y decenas de protuberancias hicieron el espectáculo divertido. Por supuesto siempre hay quien no da con la redonda naranja y sus detalles. Entonces, ayudamos, indicamos el modo en que de lejos pescamos la imagen por vez primera y como, sutiles, acercamos la cabeza sin perder el equilibrio, sin soltar la imagen; y cómo, entonces, invariable, surgen expresiones de asombro y respeto ante semejante actividad.
         Por la tarde salí volando hacia Alcorta, en busca de las profesoras y los alumnos del Normal Superior nº 37, Profesorado de Nivel Inicial, Primario y Ciencias naturales. El colegio es soberbio, cómodo, con unos laboratorios que me dejaron patitieso. De allí al Tiro federal, un predio hermoso en los lindes de un arroyo, pletórico de árboles y cielo. Sobre una mesa de piedra -que me recordó Stonehenge- desplegué mis armas, a saber: cartulina, semicírculo, regla, una madera, unos alambres, un globo terráqueo tuneado por un servidor. Los alumnos y profes me rodearon y dejé la espalda al arroyo, lo cual me trajo el recuerdo de Hombre de la esquina rosada, por supuesto. Allí, le dimos duro: eclíptica, solsticios, equinoccios, fuerza de gravedad, elipses y áreas barridas, veranos dispares y mil temas que, fuera de la pasión del discurso, ya ni recuerdo. Se que hablé mas de 40 minutos, que confeccionamos un reloj de sol, que este solo atrasó 20 minutos, que luego nos fuimos a un abra a meterle nuestras ventanas del alma al increíble sol, quien alto brillaba solo para alumbrarnos, como me dijo una vez una alumna de seis añitos cuando le pregunté ¿por qué nace una estrella?


         Las preguntas de los alumnos me enseñaron mucho más de lo que yo pude haber aportado. De hecho, compruebo cada vez que solo hago esto para aprender, para divertirme, para ser feliz. Nunca he sido tan feliz como cuando hablo de ciencia, de astronomía, de soles y razones que estudio, copio o invento, según convenga. Por ejemplo: una joven super inteligente, después de constatar que el sol solo sale por el este dos días, dos míseros días por el este, me dice ¿Pero, siempre fue así… o ahora, nomás? Lo cual me llevó a contestar y razonar: (en ese orden) No, no siempre fue así (aquí ella sonrió, segura de constatar alguna aberración producida poco tiempo atrás…). Solo los últimos 3.500 millones de años¡¡¡¡ Y todos reímos contentos.


         Alcorta es de esos lugares que se te fijan en el alma. Cursé el secundario allí. Entonces era yo la misma bestia de ahora, solo que tenía menos calle y menos modales. Los profes, o me querían o sencillamente no me toleraban. Hubo dos o tres que ni sus dedos supieron contar; y hubo dos o tres más que me enseñaron casi todo lo que sé, que no es poco. Me llevaba muy bien con las docentes, en especial me quería y quise a la profe de matemáticas, claro, y durante años estuve enamorado de la de geografía. Los docentes, acaso por desórdenes en las testosteronas (de ambos) me resultaban insufribles; salvo el profe de Electrotecnia, quien me sedujo de una al dictar toda su materia sin leer ni consultar texto alguno, jamás. Este profe –ahora lo pienso- era algo así como la Kristina Fernández de los profesores. De hecho, en todos mis años de clase, jamás leí para dictar algún texto. De haberlo hecho, no me hubiese sentido digno de aquél maestro.

         En Alcorta tuve también mi primer novia, quién sin duda hubiese sido hoy furibunda defensora de la Señora Presidenta, pues siempre fue ella peronista de las buenas, de las que estaba con la gente, con los necesitados, libre de toda soberbia…

Muy  excelente persona fue Ana María, y la mataron.

         En el tiro federal de Alcorta observamos del sol, disfrutamos de sus formas y sus caprichos. Lleno de manchas y prominencias estaba y muchos/as de los/las que observaban exclamaban asombro, garantizando mi paga… la verdadera.

         Gentiles como pocas las profesoras cedieron su precioso tiempo para las actividades astronómicas. Con algo de suerte pronto repetimos, de noche.


         De noche se me hizo en Bigand, donde pude realizar la 3º actividad de PS en el día de ayer. Me refiero al dictado del taller de Astronomía Juan Carlos Galarza. Preparamos varias actividades para el 2º Conciliábulo Nocturno, las cuales son sorpresas amistosas que pretenden educar sobre el cielo de modo ameno. En marcha tenemos tres juegos astronómicos que muy pronto patentaremos para llenarnos de oro los bolsillos en cuanto llegue la navidad y reyes, pues –lo juro- son actividades y juegos tan divertidos y cultos que hasta el mismísimo atroz personaje de Una Mente Brillante se apiolaría un poco en las noches para ofrecerle a su dama algo más que nuevas y caprichosas constelaciones inventadas.

         Sobre las diez arribe a casa pensando cosas pasadas… Cómo es la memoria, ¿no? Del fárrago del pasado rescata esto y aquello y nada más, el resto al pozo de la nada. Un rostro, una estrella,  una palabra… dijo Cecilia, al presentarme ante los alumnos: Sergio es un productor del conocimiento.
Gracias, Cecilia (y que dios bendiga esa vida que llevas dentro, bella nubecita de moléculas), pero si bien el epíteto me supera, desde hoy trabajo para merecerlo.

Sergio Galarza 

       

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